Privando sentires V: Entre delirios erotomaníacos


Miedo cruel e irracional que nos ha enjaulado
en nuestros mismos lazos de dulce compañía.
Que del cielo caiga la respuesta al dilema
del amor negado por la amistad, y su agonía.

La confusión de un sentir nos distancia en un laberinto,
esas murallas que fuimos forjando con nuestros afectos;
la cúpula sublime que creamos con nuestro cuidado
en el santo recinto de nuestros fieles lazos perfectos.

Que esta clase de amor es innegable
y que he de entregarte lo que te debo,
me señala el atrasado tiempo,
reprochando que aceptarlo no me atrevo
y que moribundos justificamos
nuestra amistad con cariño de placebo.

Cuando salga a relucir los motivos de nuestros afectos
pedirá la atención que la moral de nuestra hermandad niega.
Y aunque me entregue a ti, cambiaré mi presencia por mis cartas
si la voz de mis afectos a tu corazón nunca llega.

Amigos y amantes, la pesada carga del viento;
el poder del silencio que envenena nuestro ser.
Disfrazando el sentimiento que a leguas irradiamos;
tapando el sol con un dedo y quemando nuestra piel.


Privando sentires IV: En esperanza quimérica


Me cubre la esperanza a pesar de mi tristeza
por el hecho de que mi alma no la aceptarías,
pues tan frágil eres y tan alta es tu llaneza,
que mi entero ser ni mi amor la alcanzaría.

Esperando el reconcilio de nuestras entregadas almas,
encontraré la luz que escondemos mientras mis ojos no mires.
Interpretando todos mis pensares descifro el corazón
mientras juzgo tus palabras esperanzado en tus sentires.

Esperando en el amor negado de dos extraños
que se quieren a gritos en un mar de incertidumbre;
el amor a ocultas de quienes temen perderse
y por dicho amor morir si caen en su cumbre.

Siendo un esclavo de lo que callo,
sofoco a muerte fría mi corazón.
Y si mi esperanza es realmente vana,
prefiero morir en la seguridad
de que te privas de la misma ilusión
cuando sacrifiqué la cordura y la razón.


Privando sentires III: En mis adentros


Me he privado con mis dones de actor
el hecho de que en penumbras te amo.
Me niego a que reconozcas mi amor
si por perderte te lo proclamo.

En tu ausencia me lo niego a privar.
Me encierro en mi ser y miento al disfrazar
que en mi mente te sigo sin descansar.
Por más que quiera, prometa e intente
luchar e ir en contra de la corriente,
sucumbe el corazón, indiferente,
a razonar sobre el temor de añorar.

El temor de perder por siempre mi nombre en tu voz
si no corresponde el amor que encierra mi silencio;
perder mi reflejo en tus ojos y que en ellos queden
marcado por siempre el abismo de un vacío inmenso.

Un simple gesto dio comienzo a nuestra historia.
Ahora combato contra el tiempo por ti,
pues no concientizo la idea de morir así,
sin antes tener un beso tuyo en mi memoria.

Ansío que se escuche mis suplicios
cuando ruego con voz al cielo;
ruego que me logre entender
lo que carcome mis adentros
y me hace buscarte con tanto anhelo;
ruego que, una vez exprese mi sentir,
no huyas a manos del olvido
buscando su eterno consuelo.

Con júbilo al sinfín huiré de mis encierros
cuando mis gemidos al fin abracen tu presencia;
cuando contemples lo que mis temores oprimieron,
y lloré ante ti todos estos francos sentires
pidiendo que des a mi corazón una sentencia.


Privando sentires II: En tu ausencia


Me aconsejo con la soledad,
quien no ha abandonado nuestra historia,
cómo decirte que es ella misma
quien pide por nosotros victoria;
que es ella quien abre mi corazón
para dictarle la sinrazón
de que vivas en mi memoria.

Me aconsejo siempre en introspección con mi misma alma
sobre cómo decirte que despierto de la realidad;
despierto y vivo un ilusorio sueño de pasiva calma
que me hace creer que buscas conmigo la felicidad.

Me aconsejo con mi ser en cada uno de nuestros encierros,
mientras caigo preso de tus ojos y tu mirada tierna,
cómo decirte que tu recuerdo es la anestesia a mis dolores
cuando la soledad por tu ausencia cruelmente me gobierna.


Privando sentires I: Entre tus brazos


Me encuentro al fin abrazándote, musa mía.
Soy esclavo de lo que callo, me confeso.
Estoy no solo cautivo de tu recuerdo en mí,
sino por privarme de quererte en exceso.

Te aferras a mí sin importar presencia alguna
de quien codicie un querer tan lleno de vida.
Eres el agua que pide mi alma en su desierto;
eres la fuente de gozo y fruta prohibida.

Lloro mi tristeza pasiva gimiendo desde adentro
y me niego a amarte acorde a mis deseos apasionantes.
Estando entre mis brazos llena de júbilo te haces dueña
de todos los delirios de este enamorado agonizante.

"Tengo el valor para gritártelo al cielo,
pero caigo preso al cegarme en tu mirada"
repito siempre que te tengo en mis brazos
y de mí te creo fielmente enamorada.

Amando tu santa y pura inocencia,
te deseo en todos mis adentros.
Y me ahogo en miel por todas tus caricias
en nuestros embriagantes encuentros.

Reteniendo este sentir privado que naufraga en mis temores
sigo recitando la continuidad de todas mis acciones,
y censuro al fin la tinta gris que escribe los sinsabores
que opacan el brillo de todas mis realidades e ilusiones.