Ese ser


Aquel que ahora se asoma al espejo,
ventana de la prisión de mi realidad,
quien bien actúa como mi fiel reflejo
discordando mi visión e identidad.

Mostrando su cicatrizado corazón
en una coraza de encierro asfixiante;
ahogándose bajo su propia piel,
inhalando sus adentros delirantes.

Me delata perdido mi mismo reflejo:
vacío por fuera y agonizante por dentro;
débil a su presencia y frágil por el complejo
de sentirse perdido en su mismo reencuentro.

Busca dar vida e intenta comprender
a quien nunca se ha dado a conocer.
Falsos recuerdos; volando en ilusiones
de cómo sería entregar su querer.

Acompañando a su eterna soledad.
Definiendo su rostro por el corazón;
juzgando su aspecto en introspección
basándose en la esencia de su emoción.

Personificando un sentir llamándolo Ser
para justificar y excusar cualquier proceder;
tirar como una pluma el ancla de la culpa
a lo que al fin y al cabo es su mismo querer.

Temeroso de perder lo que no tiene y nunca tuvo,
gritaba a través de mi voz liberando su clamor
cuando en vida sufría confundiendo amor y dolor,
escondido furtivamente en las esquinas de mi interior.

Sus surgimientos solo lo llevan a averno.
Y siendo su cadáver, mi alma consterno.
Agonizando en el drama de mi yo interno;
gritando en la oscuridad de mi propio infierno.

Viviendo con alas de ilusiones
y disfrazado negando mi afligir,
para renacer como ave de fuego
de las cenizas de mi muerto sentir.

La expresión triunfante del reflejo ante mi fija mirada:
sonriendo dichoso con lágrimas de aborrecimiento,
mofándose del mero cadáver de sentimientos muertos;
ese ser que nunca llegó a ver la luz ni sentir el viento.

Ese ser que nunca llegó a ver la luz ni sentir el viento